auténtico hombre religioso acepta la verdad, según la cual es responsable de las sensaciones placenteras o insatisfactorias que experimenta, pues son los frutos de su propio karma. Sabe que los frutos del karma dañino, maléfico y desgraciado, son dolorosos, mientras que los resultados de un karma meritorio y beneficioso son experiencias de felicidad. Mientras que el auténtico hombre religioso es capaz de ver las cosas bajo esa luz, el hombre sin Dharma, como ya hemos dicho anteriormente, al carecer del conocimiento de causa y efecto, se acongoja y lamenta cuando le sobrevivienen sensaciones insatisfactorias, y con ello intensifica su duhkha. Por ello, carece de la oportunidad de experimentar la auténtica felicidad del Dharma.