Eran los tecnócratas, que estaban orgullosos de sus maestrías y doctorados en universidades estadunidenses, el circuito Ivy League de Harvard, Yale y Princeton; varios de ellos eran economistas que habían pasado por el sector financiero y favorecían el libre mercado, el adelgazamiento del Estado, las privatizaciones y la globalización. Le tenían fobia al populismo y al estatismo, que era lo anticuado, lo out, lo démodé.