Tres meses. La pluma en mi mano, la tinta en la pluma, el rasgueo sobre el papel.
Cada palabra nombra el vértigo.
Han pasado tres meses.
Para celebrar mi cumpleaños, Kenia y Fernando me llevaron a cenar.
No sé si sepas, si puedas saber. Ellos dos eran un espejo, y ahora veo lo que tú y yo no somos más, lo que no tenemos, lo que no amaremos.
Al mismo tiempo, me contemplo a tu lado. Un nosotros que en algún lugar cristalizado, seco, sin savia, será para siempre.