Sabía que no debía leer nada de este material, pero era incapaz de contenerse. Quería saber todo lo que pudiera aprender. Todas estas lecturas colmaron su mente de un verdadero desfile circense de cuerpos: desnudos y azotados, degradados y envilecidos, deseosos y desacoplados (solo para acoplarlos de nuevo y volver a envilecerlos).