bre el fundamento de la Ley de la castración simbólica. Sin embargo, si esta se evapora, la Ley ya no se articula al deseo. Tendremos, por una parte, una Ley sin deseo, anónima, burocrática, incapaz de hacerle sitio a la excepción y, por la otra, un deseo sin Ley, es decir, un empuje a gozar sin horizonte, autista, mortífero, sin lazo alguno con el Otro.