Tal vez la diferencia, que aun las grandes potencias distinguen, radica en la humildad orgullosa de los nipones, siempre dispuestos a aprender, aunque estén más que listos para enseñar. Y estoy seguro que ese orgullo radica en su capacidad de aprendizaje en grupo, en su disposición a toda prueba para someterse a objetivos corporativos, en su disponibilidad para escuchar como alumnos las experiencias de los demás.
Fomentar el objetivo corporativo, a partir de los mandos superiores, en una constante búsqueda organizada de conocimientos, debe ser uno de los principios que rijan a la empresa que aspira a la Excelencia