Y todos sabemos cuál será el resultado final: en aras de la seguridad, la gente amará su servidumbre; o lo que es lo mismo, un totalitarismo perfecto. A través de uno de sus personajes, Zamiatin nos dice en su magnífico relato: «¿Con qué sueña la gente? Con alguien que les diga de una vez por todas en qué consiste la felicidad y que luego les encadene a ella».