El amor «todo lo soporta» y «todo lo espera» (1 Cor 13, 7). Este texto lo dice todo. No podría agregársele nada. Nosotros, en el sentido más profundo, somos las víctimas o los medios e instrumentos del «amor» cosmogónico. Pongo esa palabra entre comillas para dejar claro que con ello no me refiero meramente al anhelo, a la preferencia, al favor, al deseo y cosas similares, sino a un todo, único e indivisible, que supera al individuo. El ser humano, como parte, no comprende el todo. Se encuentra sometido a él.