Aunque lo habitual es contar la historia solo a partir del momento en que el hombre comienza a oponerse a la naturaleza, antes de proceder de esta manera hemos de ser conscientes de que la premisa inicial es muy osada. A saber, que la historia solo es digna de ser observada desde el momento en que el hombre deja de ser una parte de la naturaleza para convertirse en un ser de la civilización, a partir del momento en que no se entiende a sí mismo como parte de la naturaleza, sino como superador de la misma.