Nuestra obligación en el día de hoy es recordarlo. Vivió como supo, como pudo, como quiso: siempre preocupado por la inminencia del porvenir, por el futuro, que le ha llegado todo entero de golpe. Nadie consiguió imitar su ritmo ni su energía. Entre todos sus amigos no puede contarse ni uno solo que no recibiera en algún momento su apoyo moral, físico o económico. Sus enemigos no llenan sino un fichero vacío