Los críticos literarios no deberían considerar a la novela japonesa, la novela árabe, la novela africana y, probablemente, la novela latinoamericana unas simples imitaciones de la novela occidental, sino híbridos literarios, ejemplos de «transculturación narrativa» como los denominaba el crítico uruguayo Ángel Rama (1926-1983), en los que las técnicas foráneas se mezclan con la cultura local, sobre todo con la cultura popular[12].