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María Dueñas

  • b3765654727has quoted2 years ago
    Jamás sabría si lo hizo para impulsarse a ganar, o para culpar a esos últimos tragos del hecho cada vez más evidente de que iba a perder.
  • b3765654727has quotedlast year
    acostumbrada a contender de tú a tú hasta con el lucero del alba.

    Sin pensarlo siquiera, Mauro Larrea se volvió
  • b3765654727has quotedlast year
    La voz femenina a unos pasos de distancia le erizó la piel. Soledad se acercaba a su espalda, embozada en su capa de terciopelo, rasgando la noche con el ritmo ágil de sus pies.
  • b3765654727has quotedlast year
    pasar desde la chalupa al viejo barco carguero la mexicana sospechó que aquél no era el lugar más adecuado para una señora de su clase, l

    Сеньора

  • emeraldfleurhas quoted2 years ago
    Luciano Barona, apoyado contra el marco de la puerta, las contemplaba con las manos en los bolsillos y un gesto de incredulidad. Quizá algún día llegara a entenderlas pero, hoy por hoy, el clan que formaban esas cuatro mujeres seguía siendo para él un misterio. Se adoraban y un rato después se increpaban con el mismo ardor fogoso, se peleaban como gatas callejeras y a la vez se defendían unas a otras apasionadamente, se espetaban entre ellas las verdades del barquero pero serían capaces de sacarle los ojos a quien osara poner en entredicho a la madre o a cualquiera de las tres.
  • emeraldfleurhas quoted2 years ago
    cuando su padre se instaló a dormir en el almacén de El Capitán harto de sus desplantes altaneros y sus malos modos, y ellas, al saberse por fin solas, se desprendían de la máscara de insolencia que llevaban puesta durante el día y se mostraban como eran: vulnerables, desoladas, perdidas como cabecitas de alfiler en el mapa inquietante de una ciudad voraz.
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