Sócrates, según Nietzsche, vivió acosado por sus propios aspectos sombríos y dándoles permanentemente la espalda. Su filosofía implica una suerte de negación de sí mismo, un intento tan vano como desesperado por curar su alma de sus dimensiones sombrías de las que él arrancaba. Su filosofía termina siendo, por lo tanto, un producto aberrante de negación de sí mismo y, en último término, de oposición a la vida, a la existencia tal como nos es dada.