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Yael Weiss

  • Marcia Ramoshas quoted7 months ago
    ¿Cómo la iba a asesinar su mismo novio? A la chica más suave del mundo, ¿así con tres balazos en la panza? No se vale, digo, el velorio fue en casa de su familia. La Mariana Montes se veía muy bien en su féretro, la cara muy entera, apenas se le veía un moretón bajo el ojo. La maquillaron mucho, le pintaron los labios de rosa bombón.
  • Marcia Ramoshas quoted7 months ago
    ¿Cómo la iba a asesinar su mismo novio? A la chica más suave del mundo, ¿así con tres balazos en la panza? No se vale, digo, el velorio fue en casa de su familia. La Mariana Montes se veía muy bien en su féretro, la cara muy entera, apenas se le veía un moretón bajo el ojo. La maquillaron mucho, le pintaron los labios de rosa bombón.
  • Marcia Ramoshas quoted7 months ago
    de milanesa. Pidió la otra mitad para llevar y dársela a Laika en la casa, a escondidas de las miradas chismosas
  • Marcia Ramoshas quoted7 months ago
    Por cierto, tu madre y tus hermanas están bien, espero que lo que sepas. Desde que te fuiste, ha habido tanto para decepciones. No solo la Tercera Guerra con su desproporción, sino también lo doméstico y cercano. Algunos conocidos como Inés y Sebastián están ahora en el nuevo gobierno.
  • R Güemeshas quoted2 years ago
    Son como flores. Aunque el método de golpe no es óptimo y las flores no están correctamente definidas, la tendencia es clara
  • R Güemeshas quoted2 years ago
    Podría usted presumir una hermosa decoración natural, un pequeño jardín personal de flores azul con amarillo
  • R Güemeshas quoted2 years ago
    Es como los tatuajes o los piercings. Que la gente haga lo que quiera con su cuerpo mientras no se mate. Y mientras sea un acto voluntario.
  • R Güemeshas quoted2 years ago
    los golpes dejan marcas, igual que el amor
  • R Güemeshas quoted2 years ago
    Cada persona que entraba de la calle traía sobre la ropa, el pelo y la piel la temperatura de un verano abrasador
  • R Güemeshas quoted2 years ago
    Aunque jamás intimaba con sus colegas —quizá precisamente por eso— su instinto le decía que había que mantener a raya las miradas fisgonas que se alimentan de los desperfectos de la gente.
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