Así, cada año, en las orillas lodosas del río Támesis, cuando desciende la marea, aparecen figurillas antiguas, huesos humanos y monedas romanas. Éste es un crudo recordatorio de que compartimos este mundo con seres endemoniados, poseedores de apetitos y deseos sin freno, los cuales observan con desconcierto nuestras vidas y ridículas preocupaciones