Y esa tarea solo se ha hecho así, en profundidad, sin recato y sin rodeos, desde el pensamiento feminista, el cual pone desde el principio el dedo en la llaga del que piensa, del que habla y del que interpreta: el sujeto que solo se legitima si es varón, blanco, occidental, enriquecido… Como nos dijo acertadamente Jane Flax en 1990, se trata de desmitificar al sujeto masculino de la razón.