En nuestra opinión, resulta relevante el diseño institucional que es capaz de crear cada Estado, con el objeto de permitir la posibilidad cierta de participación de todos los ciudadanos. En este sentido, el diseño debe hacerse cargo del contexto social y cultural en que viven los ciudadanos, debiendo conceder legitimidad a todos los grupos de intereses que conviven dentro del mismo y posibilidades ciertas de poder expresarse libremente. Sin embargo, el interés del presente texto no es reflexionar sobre la solución institucional, sino remarcar la importancia que en este contexto adopta el concepto de igualdad ciudadana que se manifiesta a través de la inclusión y participación de la misma. La igualdad se reconoce y se ejerce, cada vez más sin mediación ni representación, entendida en la forma tradicional. La inclusión o incorporación de la ciudadanía no se produce por el mero interés en que ello ocurra, sino que requiere de varios elementos, siendo uno de los más relevantes, el contar con una concepción pluralista por parte de la sociedad que entienda que todos tienen el mismo derecho a participar en el debate y que todos deben ser escuchados desde sus intereses y posiciones. A la vez, se requiere de la satisfacción de ciertos derechos mínimos para poder poner atención sobre temas que siendo relevantes están en un lugar pospuesto frente a la necesidad de satisfacer las necesidades más básicas.