La piel arañada
por el placer del juego.
Las libretas llenas
por el placer de descubrirme.
Tres poemas de amor,
un relato triste.
Las seis.
Le oigo entrar desde la puerta
del ascensor.
Todo el sofá está lleno de libros,
libretas y rotuladores.
Cuando llega nunca tiene dónde sentarse,
me besa, sigue cantando.
Yo acaricio mi piel arañada,
sonrío mi suerte.
Soy amante de la felicidad,
mi esposa es la tristeza.
Entra algo de aire por la terraza,
Granada da sorpresas
mientras la reinvento.
Recojo todo,
le pido otro beso
me hago hueco en su cuello.
Solo pido un día más.