En la vertiente científica, la interpretación ortodoxa de la mecánica cuántica, la de Copenhague, de Heisenberg (1901-1976) y Bohr (1885-1962), nos viene a decir algo inexplicable a la razón, que las partículas subatómicas carecen de realidad antes de la observación y que las teorías deciden lo que se puede observar –ya lo había dicho antes Einstein (1879-1955) en sus conversaciones con Heisenberg–, pero las teorías se sacan del intelecto, lo que viene a decir que nosotros se las imponemos a la naturaleza, no las sacamos de ella, como ya dijo Kant.