Ya no parece haber nada que marque una especial diferencia entre los especímenes de nuestro mismo género y aquéllos que relegamos al reino del australopiteco «simiesco». Ahora, al observar el pasado en el registro fósil, se comprueba que diversas especies, incluidas algunas ajenas a nuestra línea genealógica, comparten entre sí características que en otras épocas consideramos definidoras de lo humano (tales como la bipedación, el cerebro grande, el uso de herramientas o la dieta omnívora).