Y me sentía afortunada: había sufrido, pero, a diferencia de lo que me había sucedido en otras relaciones, nunca me rompiste el corazón. (¿Seguro que no?, me dijo un terapeuta para provocarme. Esposa Dos no era la única que encontraba algo dañino en nuestra relación, ni fue el terapeuta el único en preguntarse si no había sido una variable que había intervenido en el hecho de que yo permaneciese soltera todos estos años.)