Desirée de Fez

Lo pasé fatal, pero los miedos prestados siempre son más llevaderos que los propios.

Porque se puede ser miedosa y, a la vez, fuerte

Es una de las concesiones, muy probablemente involuntarias, que el cine de terror ha hecho con respecto a los personajes femeninos: «Vas a pasarlo mal, pero, si sobrevives, puedes desahogarte».

Nico sentada y Elliott, que entonces tenía cinco años, de pie apoyado en el respaldo

cómo convivíamos cada una de nosotras con el miedo y qué herramientas usábamos para combatirlo.

Me han hecho sentir angustia y han alimentado mis temores. Pero también me han dado herramientas para enfrentarme a lo que me aterra

Soy muy miedosa y, por paradójico que suene, creo que ése es el motivo por el que amo las películas de terror. Las disfruto porque, aunque su efecto pueda prolongarse, el terror en ellas está controlado, no puede salirse de los márgenes de la pantalla.

Y las adoro, sobre todo, porque ver (o creer ver) mis miedos representados en una película y observarlos desde la distancia me permite analizarlos y me ayuda a enfrentarme a ellos

Adoro a las reinas del grito. Mi favorita es Jamie Lee Curtis, pero puedo recitar del tirón hasta cincuenta. Al principio pensaba que era por lo bien que gritan, algo que yo también hago a menudo pero bastante peor. Y porque incluso así, con los ojos apretados y la boca desencajada, están guapas y dignas

Cada una ha encontrado la manera de convivir con ese miedo, un miedo que, tanto si es lógico como absurdo, experimentamos con un exceso de intensidad. Nos puede dar el mismo miedo la oscuridad que la muerte, dormir solas y ver un fantasma.