La civilización árabe en España —y en Sicilia, que los árabes habían conquistado y controlaron hasta bien entrado el siglo XI— era urbana y más rica (en más de un sentido) y compleja que cualquiera que se pudiera encontrar en Europa occidental durante ese periodo, más tolerante, más ecuménica. Cuando los europeos se enfrentaron a los logros árabes en el siglo XII,
reaccionaron con una mezcla de miedo, admiración y sentimientos justificados de inferioridad. Asimismo, intelectualmente, en campos que incluían las matemáticas, la ciencia y la medicina, la deuda de Occidente con la civilización islámica se incrementaría durante más siglos.