miedo transfiguraba los rostros de los familiares y amigos que me llevaron al aeropuerto, comencé a preocuparme. Quizá me habían ocultado algo para no preocuparme. ¿Pero qué podría ser? Aunque no tenía idea de la mecánica de los aviones, estaba convencida de que el mío funcionaría bien. Nunca me había subido a un transporte tan grande, tan sólido y tan limpio. La motocicleta de mi hermano mayor, por ejemplo, no era más que una muía llena de chipotes y rayones. Quién sabe si tenía todos los tornillos en su lugar. En comparación con esa motocicleta, el aparato de “Interflug”, que seguramente era “made in Germany”, me daba mucha confianza.