—Eres demasiado indulgente, Léonce; más que demasiado —afirmó el coronel—. Aquí, lo que hace falta es autoridad y mano dura. No ceder en nada, ni por asomo. Es la única forma de manejar a una esposa. Te lo digo yo.
Es posible que el coronel no fuera consciente de que él, a fuerza de mano dura, había llevado a su mujer a la tumba. El señor Pontellier lo sospechaba vagamente, pero, a estas alturas, no consideró oportuno mencionarlo.