Todo el misterio y el embrujo de la noche parecían haberse congregado allí, entre los perfumes oscuros y los tortuosos contornos de las flores y el follaje. Se buscaba y se encontraba a sí misma en aquella dulce oscuridad, que armonizaba con su estado de ánimo. Pero no eran voces de consuelo las que le llegaban de la noche, el cielo y las estrellas, sino voces burlonas, con notas que sonaban lastimeras, sin promesas, desprovistas incluso de esperanza.