—Suéltame.
—Venga, que es solo un baile. —Su mano en mi estómago, bajo mi jersey—. Tú…
—¡Suéltame! —Me quedé sin aliento mientras forcejeaba—. ¡Que me sueltes!
Un grito de sorpresa y un chillido. De repente me conseguí librar del abrazo del borracho. Me tambaleé, tropezándome con alguien. Con el corazón a cien, me aparté el pelo de la cara.
Madre mía.
Cam había acorralado a ese tipo contra la pared.