nunca creí que fuera sexy: su impredecibilidad, su espíritu aventurero y su arrogancia. Y ahora no puedo apagar la llama que acaba de encenderse en mi interior.
—¿Así que tendré que conformarme con tenerte a mi lado, eh?
Se acerca a mí y coloca la boca junto a mi oído.
—Más bien con tenerme dentro de ti —susurra, y su aliento cálido contra mi oreja hace que un escalofrío me recorra todo el cuerpo—. Así que, por favor, dime que llevas algún tipo de braguitas a cuadros como los de la bandera de la línea de meta, porque me muero de ganas de cogerte en brazos y conducirte ahora mismo