afirma que el hombre sólo utiliza la palabra para tres deseos: «curar, bendecir, o prosperar». Precisamente aquello que un hombre diga de los demás, eso mismo dirán de él, y aquello que él desee para los demás, eso mismo le desearán a él.
Si un hombre le desea «mala suerte» a otro, atraerá sobre sí esa misma mala suerte. Si desea ayudar a cualquiera a lograr un éxito, deseará su propio éxito y se ayudará a sí mismo.