es

Vasili Grossman

  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    Entre millones de isbas rusas no hay ni habrá nunca dos exactamente iguales. Todo lo que vive es irrepetible. Es inconcebible que dos seres humanos, dos arbustos de rosas silvestres sean idénticos... La vida se extingue allí donde existe el empeño de borrar las diferencias y las particularidades por la vía de la violencia.
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    e había acostumbrado asimismo a las decenas, los cientos de rumores que circulaban por el campo: sobre la invención de cierta arma nueva o sobre las discrepancias entre los líderes nacionalsocialistas. Los rumores eran invariablemente hermosos y falsos; el opio de la población de los campos.
  • Ana Vallehas quotedlast year
    mi obra trabajan algunos reclusos. Ellos, a los que son como
  • Ana Vallehas quotedlast year
    ustedes, los llaman pridurki3, pero llegará el día en que empiecen a comprender quién ha construido el comunismo, y entonces se verá que sois como la mosca que le dijo a la mula: «¡Estamos arando!».
  • Adal Cortezhas quoted3 days ago
    Los vicios y los terribles crímenes cometidos por estas gentes tuvieron su origen en las taras del carácter nacional alemán.
  • Adal Cortezhas quoted3 days ago
    Habría sido deseable que en esos minutos terribles aparecieran en el edificio de «gasificación» el Papa de Roma, mister Breilsford y todos los demás defensores humanitarios del hitlerismo, naturalmente en calidad de espectadores.
    Hubieran podido enriquecer sus sermones humanitarios, sus libros y los artículos con nuevos argumentos. El Santo Padre, que guardaba un silencio tan benévolo mientras Himmler asesinaba a la humanidad, habría podido calcular en cuántas partidas podían los alemanes hacer pasar por Treblinka a toda la administración del Vaticano. ¡Grande es la fuerza del humanitarismo, que no muere mientras no muere el hombre!
  • Adal Cortezhas quoted3 days ago
    Los SS se ensañaron con crueldad con los sublevados del gueto de Varsovia. Separaron a las mujeres y a los niños del grupo y los condujeron no a las cámaras de gas, sino a los lugares donde se quemaban los cadáveres. Obligaron a las madres enloquecidas de espanto a llevar a sus hijos a las vigas al rojo vivo, sobre las que, en medio de las llamas y del humo, se retorcían miles de cuerpos muertos, donde los cadáveres, como si revivieran, se removían y se retorcían, donde los vientres de las embarazadas muertas reventaban a causa del calor y los niños fallecidos antes de nacer ardían en el vientre abierto de sus madres. Este espectáculo era capaz de trastornar el juicio de la persona más templada, y los alemanes consideraban con toda razón que iba a impresionar cien veces más de lo que ya lo estaban a las madres; éstas intentaban tapar los ojos de sus hijos, quienes se lanzaban hacia ellas y gritaban enloquecidos: «Mamá, ¿qué va a ser de nosotros, nos van a quemar?». ¡Dante en su infierno no presenció semejante cuadro!
    Los alemanes, después de distraerse con este espectáculo, quemaban a los niños.
fb2epub
Drag & drop your files (not more than 5 at once)