Mira, ideas tengo yo pocas, pero ideas putas e ideas de puta tengo pa echarle a los marranos como tú, ¿o es que aparte de las italianas hablando español te hacen gracia las putas pensando, machista de mierda?
Después ocurrió lo de siempre en estos casos: el macho te dice que estás loca y que no tienes educación y las hembras te agarran amorosamente los hombros y te dicen que no te pongas nerviosa. Entonces tú te las sacudes y respondes que no estás ni nerviosa ni loca y que la educación no te hace falta para nada, que lo que estás es harta de que se le rían las gracias machas al macho y de que ninguna se dé por aludida. Todas te acusan en silencio de haber reventado la clase. Todas conduelen en silencio al macho por los excesos sufridos por tu culpa. Esperas la complicidad de alguna hembra pero solo encuentras miradas bajas, incluida la de Eleonora Stumpo. Cuando se te saltan las lágrimas, todas lo toman por arrepentimiento o por estallido de los nervios crispados a causa de dios sabe qué íntimos conflictos personales que a ellas les ha tocado pagar esa mañana sin comerlo ni beberlo. Ninguna lo toma por rabia o por frustración o por humillación inmediatas e inmanentes a esa mañana, a esa clase de danza y a ellas mismas. Creen que necesitas consuelo cuando lo que necesitas es que alguien entre esas cuatro paredes entienda el significado de la palabra «corregir», de las expresiones «hablar bien», «hablar mal», «español de los montes», «ni puta idea». El primero que viene a consolarte es, por supuesto, el macho sensible. Te pide perdón por lo que haya podido ofenderte, te dice que los dos os habéis puesto tensos pero que ya está, que somos humanos, que ya pasó, que no pasa nada