La paradoja la representa el hecho de que, cuando la posibilidad de elección supera un cierto umbral numérico, más allá del cual se requiere un notable esfuerzo de valoración y un notable derroche de tiempo, la elección se transforma en su contrario, es decir, en la renuncia a nuestra responsabilidad de escoger delegando así la decisión a un presunto «experto».