gen a la hora de decidir.
Cierta vez, mi viejo maestro, el doctor Touyaá, me dijo: “Cuando uno decide, está como cuando se muere, es decir: solo”. “¿Por qué?”, le pregunté. Y con su tradicional estilo, pausado, seguro, firme, el que sólo tienen los maestros de la vida, me contestó. “Porque, al morir, estamos rodeados de personas, médicos, amigos, familiares, en fin, siempre hay alguien, pero el único que se muere es uno”. “¿Y cuando decidimos?”, le dije. “Cuando deci