Gonzalo Aguilar

Mi hipótesis es que, si bien esa marca está inscripta en los cuerpos, en las relaciones de género, el fin de la era del falo lleva a pensarlo desde otro án

gulo: no porque haya desaparecido, sino porque se encuentra en una fase crepuscular, que está siendo interrogada y contestada desde el feminismo y que nos lleva a una reflexión sobre nuestra condición. ¿Cuál es la relación entre deseo, mirada y dominio?

La tercera parte del libro lleva por título “El fin de la transgresión masculina”. Me detengo en narraciones en las que la celebrada transgresión se vuelve irrisoria, cruel o puro efecto de una relación de poder. El cine de Lucrecia Martel, las historias de las escritoras brasileñas Hilda Hilst y Clarice Lispector, las fotografías de Madalena Schwartz son tentativas para pensar lo que denominé “fin de la transgresión”.

El theremin es el mejor emblema de la alegoría de los sentidos de su cine: a la vez que hipnotiza al espectador (“es una maravilla”, dice uno de los personajes), lo induce a preguntarse cómo funciona. Esta mezcla de sensaciones heterogéneas y abrumadoras e indagación intelectual recorren desde Rey Muerto hasta Zama

anuncian el surgimiento de una nueva experiencia que conmoverá los modos de hacer cine.2 Ya no un cine argentino, ni

un cine político, sino un cine de mujeres. No quiero decir un cine hecho por mujeres (aunque es notable la cantidad de nuevas directoras), sino un cine en el que la mujer es lo político, el lugar de disputa de las formas sociales. Un cine en el que filmar es una de las estrategias básicas en el cuidado de sí y en los procesos de subjetivación de lo femenino

La mujer como el cuerpo más inmediatamente político.

Al apropiarse de la cámara, la tecnología misma se transformó, como si la cámara abandonara su lugar neutral (masculino) y adquiriera nuevas subjetividade

s. Cine de mujeres se refiere, entonces, a la construcción narrativa y cinematográfica de subjetividades femeninas que encontramos tanto en películas hechas por mujeres como por hombres

no solo modificaron los modos de ver (o hacer) cine, sino que también se preguntaron sobre lo que significa ver y si ser mujer implicaba o no miradas diferentes.