—Jared tiene razón. No mereces la pena —susurró con un gruñido.
—Siéntate, Nate —La voz autoritaria nos sorprendió a ambos.
Alcé la mirada y vi a Jared detrás de Nate, dedicándole una mirada asesina. Se me aceleró el corazón al darme cuenta de que, por primera vez, su ira no iba dirigida a mí