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Diego Pereda Sancho

  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    ¿Cómo pudo ordenar algo así, sabiendo que el Antiguo Testamento prohíbe expresamente a los israelitas beber la sangre de los animales? A mi juicio, la misma razón por la que Dios no permitía, en la antigua Alianza, consumir esa sangre, es la que llevó a Jesús a beber la suya: «Porque la vida [en hebreo, nephesh] de la carne está en la sangre» (Lv 17, 11). Jesús conocía la Ley de Moisés, y por lo tanto sabía que el poder de su vida resucitada —en realidad, de su alma— estaba en su sangre.
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    Antes de comenzar, sin embargo, debo adelantar una pequeña advertencia. Lo que expongo en este capítulo es más especulativo que lo dicho en los anteriores, aunque trataré de argumentar que la hipótesis de que Jesús no terminó la cena pascual en el Cenáculo proporciona un contexto histórico verosímil para tres hechos narrados en los Evangelios que, de otro modo, serían desconcertantes: el voto de Jesús de no beber vino hasta la llegada de su reino, pronunciado durante la Cena; la descripción de su cercana muerte como de un cáliz que debía «beber», en Getsemaní, y ese gesto inesperado de beber vino en el último momento, antes de expirar en la cruz. Para desentrañar todos ellos, debemos volver al tema de la Pascua judía.
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    cordero pascual, porque Dios pasó de largo sobre las casas de nuestros padres en Egipto. El pan ácimo, porque fueron redimidos nuestros padres de Egipto. Hierbas amargas, porque los egipcios amargaron la vida de nuestros padres en Egipto.
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    de las tareas del teólogo es ser un buen ladrón y saber «robar» de los tesoros ilimitados de la tradición judía y cristiana, aplicando esas riquezas al descubrimiento del significado de las Escrituras.
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    Si Jesús es el nuevo cordero sacrificado, entonces los cristianos deben prepararse para celebrar la nueva «fiesta» de la Pascua, que es la Eucaristía, y no mediante la purificación de la levadura del viejo rito pascual, sino con la purificación de sus corazones de todo lo que simboliza esa levadura: la suciedad del pecado. Igual que los judíos debían retirar la levadura y ayunar antes de recibir la Pascua (Misná, Pes 10, 1), Pablo llama a sus lectores cristianos a limpiar sus corazones antes de recibir la Eucaristía, para no comer de forma «indigna» el cuerpo y la sangre de Cristo, haciéndose «reo» (1 Cor 11, 27—28)
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    Al vencedor[9] le daré el maná escondido» (Ap 2, 17)
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    Para Agustín[11], el misterio eucarístico es tan real que insta a los cristianos a darle la adoración debida solo a Dios: «Que nadie coma la carne si antes no la ha adorado… y, si no la adoramos, estamos pecando» (Sobre los Salmos 98, 9).
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    resulta asombroso que ya en la primera generación tras la apostólica, la Iglesia tuviese que defender la realidad de la presencia de Jesús en la Eucaristía. ¿Por qué las cosas fueron tan deprisa? Sin embargo, también es cierto que la sorpresa no es tanta si recordamos que hubo discípulos de Jesús que lo abandonaron por la dureza de su doctrina. Lo importante aquí es que, en nítido contraste con los gnósticos, los Padres de la Iglesia y sus sucesores no solo creían en la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía,
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    ue nuestra familia se vuelva a reunir un día en esa tierra prometida del cielo, donde el nuevo maná nunca cesará, y donde ya no veremos a Aquel que es el verdadero pan de vida a través de un espejo, como en oscuridad, sino como Él es, cara a cara.
  • juan diego esquivias padillahas quoted2 years ago
    a noción de la virginidad perpetua de María, su ausencia de pecado, su identidad como Madre de Dios, su poder intercesor y su asunción corporal a los cielos no son ideas nuevas, sino antiguas, muy antiguas. Es más: estas creencias estaban enormemente extendidas, y las defendían cristianos que vivían en Tierra Santa, en Siria, en Egipto, en Grecia, en Asia Menor, en Roma y en todas partes. En resumen, fueron indispensables para la fe cristiana primitiva.[7]
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