Mientras que el trabajo industrial era esencialmente repetición de actos físicos, el trabajo mental cambia de objeto y procesos de forma continua. Por tanto, la incorporación de la mente en el proceso de la valorización capitalista ha conducido a una verdadera mutación. El organismo consciente y sensible está sometido a una competición cada vez mayor, a una aceleración de estímulos, a un constante esfuerzo de atención. De ahí que el entorno mental, la infoesfera en la que se forma la mente y entra en relación con otras mentes, se haya convertido en un entorno psicopatológico.