Se va a casar —piensa asombrada por la mera idea—. A casarse.
Claro que todo esto lo sabe desde hace meses —que hoy su padre empieza una nueva vida, una vida con una mujer que no es su madre—, pero hasta ahora no eran más que palabras, una idea vaga, un acontecimiento futuro que una tiene la impresión de que nunca llegará a ocurrir realmente, una mera amenaza, como el monstruo malo de los cuentos infantiles, todo pelo, colmillos y garras, pero irreal.