América Josette Daniela Medina Jiménez

Él levanta su barbilla. —Eso fue gratis, estoy asumiendo

Y yo estoy asumiendo dirigir mi rodilla directo a su entrepierna sería fantástico. —Hermoso color, ¿No lo crees?

—Te ves como un Skittle.

Chico de los Recados de Satanás,

Si hubiera sabido que nos ibas a reservar un vuelo en un galgo con alas, no te lo hubiera pedido. —Mira hacia arriba y le echa un vistazo al rededor con un asombro horrorizado— Ni siquiera sabía que esta parte del aeropuerto existía.

Puedo oírte pensando en la palabra leyendo más allá de lo que quise decir. Luces genial. —Una vez adentro, presiona el botón hacia el vestíbulo y agrega—. Siempre lo haces.

Llevaba una remera que decía: «La colisión de las partículas me dan un hadrón», y pensé que cualquier mujer que entienda un juego de palabras de física es alguien que necesito conocer.

Creo que deberíamos terminar, Olive. Lo siento.

Se inclina y me da un beso fuerte a un lado de la cabeza para ser realista

Oh! ¡Podría decirle que moriste!

Ethan solo me mira.

—Fuimos a bucear —le digo, frunciendo el ceño ahora—. Lamentablemente, nunca volviste al barco.

Él parpadea.

—¿Qué?

No esperaba encontrar el punto débil de Ethan, y él deja escapar un ensordecedor y agudo grito que juro que me deja momentáneamente sorda. Es tan alarmante que todos en la furgoneta se giran para averiguar qué demonios estamos haciendo en el asiento trasero.

Ethan y yo estamos comenzando a construir más de estos buenos momentos que malos; eso hace que la balanza se incline en una dirección desconocida.