Esto explica la aparentemente muy contradictoria propaganda sionista durante la limpieza étnica que el Estado de Israel está llevando a cabo en Gaza. Sus representantes políticos pueden presumir en una televisión israelí de estar convirtiendo la Franja en un solar sobre el que ya tienen preparados proyectos de urbanizaciones de chalets para nuevos colonos ilegales el mismo día que, en el programa de Risto Mejide, un representante de las IDF afirma que están esforzándose en realizar una «operación quirúrgica». En Twitter, a cada imagen de madres llorando con los cadáveres de sus bebés asesinados en brazos, los troles que operan a sueldo de Israel argumentan, con el abyecto hashtag #pallywood acompañado de emojis de llorar de risa, que se trata solo de actrices y muñecos. Pero la postura de sus embajadores ante dirigentes occidentales no se atreve a tanto y solo asegura que las víctimas colaterales son inevitables en cualquier conflicto y que Israel tiene «derecho a defenderse». En el mismo instante, en un canal de Telegram, un sádico oficial de las IDF comparte un vídeo grabado desde su propio carro de combate en el que se ve cómo arrastra por el suelo, atados con una cuerda a su vehículo, los restos del cadáver de un ser humano.