Esto se consigue mediante la interrupción de los ciclos destructores negativos y la manifestación de una comprensión empática de los sentimientos y las experiencias de cada miembro de la pareja (SIEGEL, 1992). Los conflictos seguirán, como ocurre en todas las parejas, pero lo que cambia es la capacidad de abordarlos, entenderlos y resolverlos. Una vez que se integran las proyecciones, deja de existir la amarga intensidad que anteriormente hacía que el conflicto fuera tan difícil de solucionar.
Lo ideal es que, cuando la pareja es capaz de reflexionar conjuntamente sobre su experiencia emocional, en lugar de intentar controlarse mutuamente mediante indiscretas proyecciones o el abandono emocional, podamos pensar que también está preparada para prescindir de la terapia