Puesto en práctica aquel procedimiento de convite, resultó que iba a ir al baile todo México. Saldaña llevaba a los suyos, quienes a su vez llevaban a las suyas, por lo que era natural suponer que allí iban a estar las de todos, cosa que iba a hacer aquél el baile más alegre del mundo. Doña Bartola tenía razón: para los bailes se necesita gente alegre