Estamos, por lo tanto, ante un cierto final del retrato, vinculado al final de la filosofía: la verdad ya no se muestra, la evidencia del sujeto se retira. El otro retrato sería, en consecuencia, indisociable de lo que usted afirma acerca del estilo filosófico: «se necesita otro gesto», y ése es «el desafío del trabajo filosófico contemporáneo»[2].