De pequeña, le hablaba de las reinas en el cielo, las que habían muerto y vivían en el cuadrante sin fronteras y observaban a los que habían dejado atrás.
Cuando estaba sola, Iris miraba hacia las nubes y les confesaba sus mayores temores y sus mejores sueños, sabiendo que sus secretos estaban a salvo con ellas.
Eran sus confidentes más leales.