cada padre tenía un silbido insigne,
podías escuchar al pájaro loco,
canarios y mirlos,
tradición que solo heredaban los varones.
Mi padre silbaba como un sinsonte
para avisar que estaba por llegar a casa.
A cuadras de distancia
mis hermanas y yo lo oíamos
y nos peleábamos
por quién iba a darle
la comida de mamá,
todas las hembras a su disposición.
Por las noches
el silbido nos molestaba
porque significaba detener el juego
e ir a dormir.
Me pregunto con qué sonido
se acuestan mis hermanas ahora
y si mi hermanito recuerda
aquel silbido que nunca aprendió.