Debo pagar por mi pecado. Debería sufrir. Debería morir en sus manos.
Era su derecho. Después de todo, maté su corazón.
Habría sido fácil decir que Killian era el villano. Pero estaba lejos de la verdad. Él fue solo otra víctima de mis errores y el resultado final de mis pecados.
Yo era la villana en este desordenado cuento de hadas.
Su mano subió a mi cara y me estremecí, esperando que me golpeara, pero no lo hizo. Killian pasó un dedo por un mechón de cabello negro y luego tiró. Lo suficientemente fuerte como para quemarme el cuero cabelludo.
—Te voy a romper, Julianna Romano.
No puedes romper lo que ya está roto.
Aparté la cara, ya no podía mirar a sus ojos oscuros. Solo había algo en ellos. Algo que me hizo doler.
—Has dicho lo que viniste a decir aquí. Te puedes ir ahora. —Killian se apartó y se alejó.
Agarré mi pecho, llevando el dolor que parecía hundirse más profundamente bajo mi carne. No era solo mi corazón lo que dolía. Fue mi alma la que fue atormentada.
—Oh cierto, me olvidé de darte esto. —Sacó algo de su bolsillo y luego lo lanzó descuidadamente en mi dirección. Patinó sobre el piso brillante, a unos metros de mi silla de ruedas.
—Tu anillo —dijo Killian con frialdad, su voz goteando veneno—. Póntelo. Feliz compromiso para nosotros.
Después de que él se fue, Selene regresó. Sin una palabra, levantó el anillo del suelo y me lo entregó. Se lo quité, mirando el extravagante anillo de diamantes. La roca era enorme y no se parecía en nada a mi gusto personal. Pero, de nuevo, esta boda no se trataba de mí y a Killian le importaban menos mis preferencias.
Pesaba en mi palma, pero el peso era más que solo el diamante brillante en sí.
Lo detestaba.
Y, sin embargo, todavía lo usaba en mi dedo anular. Cuando mi padre entró en mi habitación mucho más tarde, sonrió con aprobación al ver mi anillo, me dio unas palmaditas en la mano y se marchó sin decir una palabra.
Fue oficial.
Dentro de dos años, sería la esposa de Killian.
Este matrimonio sería su venganza: los votos no serían de amor, sino de odio.
Su represalia. Mi expiación. Un matrimonio imperfecto.