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Gatopardo Ediciones

  • zentenovaleriahas quoted2 years ago
    Me aferré a sus palabras. Me llenaron los brazos y me dieron consuelo.
  • zentenovaleriahas quoted2 years ago
    Además, ¿qué sería del amor si no fuese por las verdades a medias, si no fuese por esas versiones mejoradas de nosotros mismos que presentamos como las únicas posibles?
  • Luis Felipehas quotedlast year
    Pero, como he descubierto una y otra vez, lo que uno piensa y lo que uno siente pueden disociarse radicalmente ante el dolor.
  • Luis Felipehas quotedlast year
    sentirse viejo (a diferencia de serlo de verdad, que puede ser un estado completamente sa­tisfactorio) es sentir que tanto tus días como la cantidad de alegría que te queda están menguando.
  • Gaby TeDehas quoted4 months ago
    Las cosas que me importan las llevo dentro, encerradas bajo el pecho como si fuese una tumba, un lugar de permanencia, mi cofre del tesoro en forma de ataúd.
  • Lucíahas quoted2 years ago
    Unas veces pagas con dinero. Otras, con dignidad.
  • Luis Felipehas quotedlast year
    lo que me impactó fue que algo tan triste pudiera ser el curso normal y necesario de los acontecimientos.
  • Majo y Sahianhas quotedlast year
    La miraba y sentía una llamarada salvaje de adoración, gratitud y ternura, e incluso, por improbable e incómodo que fuera dadas las circunstancias, de deseo. En la salud y en la enfermedad, pensé: he aquí finalmente alguien a quien amaría en cualquier circunstancia.
  • atlasrx018has quoted2 months ago
    Cómo entramos y cómo salimos, sexo y muerte:
  • Lucas Molina Munerahas quoted3 hours ago
    Todo estaba perdido. Fitzgerald era siempre culpable de las cosas que, sin tener él la culpa, se le escapaban, y de las luces que se desplazaban de un lugar a otro del mundo. «No se puede tener nada —decía Anthony Patch en Hermosos y malditos—, nada en absoluto [...]. Es como un rayo de sol que entra en una habitación y se desplaza por ella. De pronto se detiene y baña de oro algún objeto carente de interés, y nosotros, pobres idiotas, tratamos de apresarlo. Sin embargo, cuando lo hemos hecho, el rayo de sol se desplaza hacia otro lado, y tú te has quedado con el objeto insignificante, pero aquel resplandor que te hizo desearlo se ha desvanecido ya...» Nada hay más doloroso que ese rayo que se desplaza y las heridas que nos infligimos persiguiéndolo. Quien escribe poemas y cuentos busca las luces que se desplazan, los destellos, los reflejos, mientras escucha con una atención cada vez mayor algo que suena al fondo, la poderosa o imperceptible música trágica de las cosas perdidas. Si la cultivamos intensamente, la literatura nos otorga ese privilegio: «Las cosas resultan más dulces una vez que las has perdido». A medida que pérdidas, fallos, renuncias y derrotas se suceden, encontramos a nuestro alrededor, como un regalo o un tesoro que sólo a nosotros nos pertenece, una dulzura cada vez más profunda que nos invade el alma.
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