Solange Rodríguez Pappe

Lo que nos hizo el Atanudos empezó con un sueño.

Comenzamos a estornudar como si la luz nos hiciera cosquillas

Los monstruos, cuando nos encontramos, jamás volvemos a estar solos.

Qué podía ahora espantarme en un hotel si yo misma me aterrorizaba? Todos los fantasmas que conocía eran portátiles y se movían conmigo.

turismo en América Latina se parece a un cofre de baratijas vendidas a gritos por un charlatán. No se puede distinguir lo que vale la pena de lo que no.

Los monstruos, cuando nos encontramos, jamás volvemos a estar solo

semanas sin la gata la han puesto lloricosa. Me enseña una toalla vieja ensangrentada que se ha metido entre las piernas. Es normal, mi amor, nos pasa a todas, baja la sangre y nos hacemos mujeres. ¿Y qué éramos antes, mamá? No sé qué contestarle.

Los monstruos, cuando nos encontramos, jamás volvemos a estar solos.

mi padre es un sacerdote que ofrece corazones desgarrados a la luna de sangre, a cambio de que el mío siga latiendo.

Sobre todo eso, la música y el carnaval, que hacían que lo demás pareciera inofensivo y folclórico. Así es como recordaba yo a América Latina.