Planteemos el problema de la siguiente manera: al Bolívar guerrero y épico, fundamento del más intenso nacionalismo y legitimador de los gobiernos militares, se contrapuso el Bolívar revolucionario –y no por eso menos épico– de los movimientos de izquierda. Fue un debate historiográfico, porque en la investigación histórica cada bando buscó las evidencias para respaldar sus posturas; pero sobre todo fue un debate ideológico fundamental: el de arrancarle a los gobiernos tradicionalmente militares (y a partir de 1920, anticomunistas) de Venezuela, la imagen del Libertador, tan importante en la conciencia de los venezolanos, para ponerla al servicio de los ideales democráticos y, en muchos casos, socialistas.