el amor egoísta es una constante en todos los tipos de dependencia emocional, porque se quiere mucho y muy intensamente, pero de una manera insana, como si fuera absorbente y más centrada en la satisfacción de una desesperación personal que en el verdadero deseo de estar con alguien. Como he comentado antes, el amor sano está “personalizado”, es decir, se quiere a otra persona y no vale cualquiera para reemplazarla; sin embargo, en muchas ocasiones, un dependiente puede estar llorando y rabiando por la ruptura con una persona X, y prescindir por completo de ella casi sin acordarse al aparecer una persona y -que, mientras se sufría el síndrome de abstinencia por la persona X, se buscaba activamente-. Es más, muchos dependientes van buscando un recambio de pareja cuando, por algún motivo, quieren romper con la que están en ese momento o cuando anticipan un posible abandono por parte de su actual compañero, y ese recambio será el futuro centro de atención, obsesión e interés, pasando la anterior pareja a ser un “rey destronado”